Sí, es cierto, nos gusta ir al grano, pero como todo en esta vida, primero va el 1 y luego el 2. Antes de comerse una paella, se hace lo que los valencianos llamamos “la picaeta”. Cuando jugamos un partido de fútbol, primero toca calentar, y cuando nos vamos a la cama con alguien, primero hay que invertir algo de tiempo en los prolegómenos ¿cierto? Unos tocamientos por allí, un poquito de sexo oral por allá… Algo bastante obvio que hasta un querubín podría entender.

Antes de ponernos serios, hace falta una toma de contacto con el posterior ejercicio que se vaya a realizar, ejercitando los músculos que más adelante vayamos a usar para evitar males mayores… Pues algo parecido debería ocurrir en la pista de baile. innit?

Cierto es que sería recomendable calentar el gaznate del personal antes de soltar la artillería pesada ¿estamos de acuerdo? Si es que hasta en los tiempos de escuela nos lo enseñaban a la hora de hacer los comentarios de texto, o cualquier otra historia.

1. Introducción
2. Nudo
3. Desenlace

Algo tan simple pero que parece que hemos olvidado.
¿No sería conveniente que esto pasase cuando vamos a una fiesta? ¿No debería haber una fase de calentamiento? ¿No sería la hostia que poco a poco fuese la cosa in crescendo hasta llegar a un climax, para acto seguido fumarse el cigarrito post-coital?
 
Pues todo esto que parece más que lógico, es una lástima que no se lleve a la práctica. ¿Cuántas veces nada más entrar a una discoteca a las 2am ya está sonando la pandereta? ¿En cuántas ocasiones llegas al festival de turno a las 17h de la tarde y ya está el technazo crudo retumbando?
 
No vamos a descubrir el agua seca ni la cura contra el cáncer… pero no sería mejor empezar con algo más fresco? no habría que “lubricar” la zona? Acaso eres peor dj si pinchas más blandito? Será cosa de la edad?
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Quien escribe estas lineas se considera a si mismo un tipo musicalmente blando por así decirlo. Me gusta el disco, me gusta el funky y me gusta el house. Pincho disco, funky, house y llego hasta el tech-house si la pista y las horas me lo piden. Y aunque jamás llego al techno, me encanta bailármelo a altas horas de la noche cuando el cuerpo me lo pide, pero no a las 18h de la tarde cuando el sol aún está luciendo.
 
Gran parte de toda esta historia viene a raíz de la extinción de una memorable especie que solía poblar las cabinas de los clubs, el dj residente. Esos seres casi mitológicos que sacrificaban la espectacularidad de sus sets, haciendo el warm up como se tiene que hacer un warm up. Dj Nuke, residente de Fabrik, ya escribió en su día un artículo que se titulaba “El arte perdido del Warm up”, o algo similar pero que no he podido encontrar y que decía algo como: He comido chuletón muchas veces en mi vida… pero cuando el aperitivo es bueno, el chuletón sabe mejor! Pues me sumo a esta frase.
 
No es fácil abrir una sala cuando los camareros aún están llegando, los porteros aún se están comiendo sus 200 gramos de pechuga de pavo sin sal a palo seco y el encargado todavía no te ha dado ni las copas. No es fácil provocar los primeros bailes de aquellos que entran a una sala que todavía no está hirviendo y ni siquiera van lo suficientemente alcoholizados para desinhibirse.
 
Con lo que mola la figura del dj residente que sabe lo que es pinchar semana tras semana en la misma sala. Que se conoce la pista y a su público, en lugar del Top Dj de turno que va a cobrar 2K, 3K o 10K (los K’s que sean) y que ya viene con su selección hechita de casa, con sus Tops 10 de Beatport y que en ningún momento se va a preocupar de hacer una lectura de pista. Esos tipos no molan, en cambio este sí:

“Hoy en día, si a un dj le das una sesión de 8 horas se cagará en los pantalones” – Laurent Garnier.

Recuerdo mis primeros años de ocio nocturno, cuando las discotecas no tenían listas interminables de dj’s invitados porque lo que hacía característico a una sala era su sonido y su dj residente. Recuerdo el sonido Rockola y Miguel Serna, recuerdo el sonido Chocolate y a Jose Conca, y recuerdo el sonido The Face y las sesiones de Victor Pérez. Ahora los sets son de una hora, hora y cuarto, hora y media… donde no hay cabida para que el encargado de la selección musical pueda progresar como debiera.
 
Ahora se suceden los carteles llenos de djs conocidos, puede que en parte debido a que la figura del dj nunca haya estado tan venerada, algunos con sueldos más parecidos a los de actores de Hollywood o futbolistas de primera. (Obviamente no en el underground que nos gusta, pero si en el mainstream EDM). Ahora, si eres promotor, o usas uno o varios buenos reclamos en tu cartel, uno de esos que puedas escribir en una tipografía bien grande por encima de los djs locales, o lo tienes crudo para no palmar. ¿Será la falta de cultura de club? ¿Será que la juventud no ve más allá de un puñado de likes en Facebook?

 

Desde el sofá de mi casa, mando todo mi amor a los dj’s residentes que se lo curran y a las salas que los apoyan y los programan. Amigo David, tu eres uno de ellos. Amor para Oven Club.

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